o eugénio (-78)
Acuéstese, padre, que hoy ya segó los campos con su abrazo de oro. Esta mañana, temprano como todos los días, nos trajo la alborada temblándole en la palma de las manos. Este día no volverá a repetirse. Esta luz, estas nubes, estos árboles... ¿Será que nos invadió la blancura? ¿Nos poseyó la alegría?
Páseme el pan, padre. Esa será la única miga que robará hoy este pájaro. Siempre huidizo, pero siempre sincero. ¿Leyó el artículo de su amigo António en el diario? Decía que usted había muerto. Y que era el poeta más grande de la lengua portuguesa. Eso yo ya lo sabía, padre, qué quiere que le diga. Son tantos años viéndole navegar sereno, comer siempre la manzana más dulce, recoger la luz del almez... Pero que usted había muerto.
Acuéstese, padre, que ya se pasó la vida segando los campos con su abrazo de oro.
É junho? É setembro?
É um dia
em que estou carregado de ti
ou de frutos,
e tropeço na luz, como um cego,
a procurar-te.
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