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17 agosto 2005

alucinaciones (-96)

No son espigas rumorosas
sobre el verde ondulado, sobre el murmullo y el jadeo
y el chasquido: es un rumor
que me empapa la vida.
("Alucinación en América", José Hierro)

Casi todas las noches se pasaba Pepe Hierro por casa a charlar un rato, tomar un chato, comentar las cosas del día. Hoy sí y mañana también se sacaba del magín una alucinación, un reportaje...
"Qué cosas tienes, Pepe", le decía yo. Y él, con estrellas en la frente, con la risa ronca de quien sabe que se está fumando la vida y se está riendo de la muerte: "Alucino para olvidar". ¿Olvidar, Pepe? ¿Tus años de cárcel? ¿El frío en los huesos?
"No, la hierba que encima de mí balancea su fresca verdura..."
Decía aquello y se quedaba tan ancho.

Tarde se aprende lo sencillo.
Tarde se encuentra la hermosura. No aquella de los ojos
mortales, la del mundo. No puedo hacer que lo entendáis.
Necesario sería que ahora estuvieseis aquí abajo
y que vieseis a vuestros hijos llegar entre las tumbas,
bajo la lluvia, y dejar su perfume y su presencia
en las tibias, alegres, inmortales
-más hermosas en vuestras manos que las del bosque-
flores de plástico.
("Mis hijos me traen flores de plástico", José Hierro)

Más alucinaciones aquí.